Dijo mi tío que una noche iba pasando un abuelo frente a una casa que le quedaba de paso a la suya, cuando vio salir un perro como de un metro treinta centímetros de altura. Del susto, hasta se le pararon los pelos de punta. Se quedó tan asustado por el perrote que ya no se pudo mover. Se quedó engarrotado largo rato. Cuando se tranquilizó se fue a su casa y le contó a su familia lo sucedido.
Al día siguiente salió de madrugada al trabajo; él era obrero. De regreso vio de nuevo al perro, pero ahora iba arreando un burro cargado de costales de maíz; era tanto que hasta se pandeaba el pobre animal. El abuelo quedó tan sorprendido que no podía creer lo que veía. Así pasaron los días. Como el abuelo estaba temeroso de encontrarse otra vez con el perrote aquel, traía un fierro para defenderse.
Unos días después regresaba como siempre de su trabajo y que se va encontrando al perro en su casa; y para colmo, estaba llevándose a su burro, cargado de maíz. Sin pensarlo mucho le metió una tunda tan fuerte como pudo; de pronto el perro habló adolorido:
-Ya no me pegues- gritó.
Se escapó aullando, perdiéndose en la oscuridad.
Al otro día, los vecinos supieron que Don Simón, un compadre del abuelo, había amanecido golpeado.
-Ah que mi compadre, le di una tunda sin saber que él era el nahual- dijo el abuelo un poco preocupado.
Gracias por su valiosa colaboración a:
Narración: Luis Samaniego Velázquez
Entrevista: Manuel Contreras Samaniego
2 comentarios:
Siempre me ha interesado este tema tan tremendo y a la vez tan fantastico.Creo que no deberìamos permitir que nuestras leyendas mueran ni que se olviden.
Siempre me ha interesado este tema tan tremendo y a la vez tan fantastico.Creo que no deberìamos permitir que nuestras leyendas mueran ni que se olviden.
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